Las rutas del vino son una forma de incentivar el turismo de calidad, los valores relacionados con la naturaleza, la gastronomía y, en definitiva, la cultura rural. Se trata por tanto de un tipo de turismo eminentemente rural, centrado en la cultura del vino, pero al que acompañan una enorme cantidad de actividades lúdicas como visitas a vinotecas, bodegas, viñedos, museos el vino, restaurantes o explotaciones agrícolas. Además, muchas rutas ofrecen otras actividades culturales o deportivas relacionadas como visita a lugares de interés cultural, práctica de golf, senderismo o hípica.
La Comunidad Valenciana dispone actualmente de cuatro rutas del vino con un potencial turístico muy importante (Alicante, Valencia, Castellón y Utiel-Requena). A través de ellas, el enoturista puede adentrarse en los diferentes territorios vitivinícolas de la Comunidad, conocer la cultura de los vinos valencianos, la gastronomía, gentes y diferentes denominaciones de origen. Una experiencia diferente en cada una de ellas.
La ruta del vino de Alicante
Alicante ofrece una de las propuestas ecoturísticas más interesantes de la Comunidad. Su importancia supone, además de un baluarte para la economía local, un fuerte impulso para su turismo de interior. Muchos de los pueblos con más tradición vitivinícola de Alicante poseen además gran cantidad de monumentos, lugares de interés cultural y una famosa gastronomía autóctona que se elabora con productos típicos de la tierra.
El enoturista conoce y descubre pueblos como Algueña, Monóvar, Novelda, Petrer, Pinoso, Salinas, Villena y Elche al sur y la Marina Alta y Baja con El Alcalalí, Benissa, Senija, Llíber, Benigembla, Parcent, Castell de Castells, Murla, Parcent y Xaló y Alfàs del Pi al norte. Y realiza un recorrido por el interior de la comarca en una alternativa al recurrente turismo de sol y playa. De hecho, actividades como el bus del vino de Alicante suponen una de las mejores medidas para desestacionar el turismo en una provincia eminentemente enfocada en el periodo estival.
Alicante es un ejemplo de clima mediterráneo: un tiempo templado parecido al oceánico o al subtropical húmedo. Gracias a ello, sus tierras producen algunos tipos de uva de una forma especialmente generosa.
En el caso de la uva tinta, por ejemplo, las variedades más típicas de la zona son la Monastrell, Garnacha o Giró, Cabernet Sauvignon, Bobal, Merlot, Tempranillo, Syrah o Petit Verdot. En cuanto a la uva blanca, las más comunes son la Macabeo, Airén, Sauvignon Blanc, Merseguera, Chardonnay, Verdil, Viogniero o el Moscatel de Alejandría.
Sin embargo, Alicante se diferencia sobre todo por dos tipos: La Moscatel: una variedad muy cultivada en la Marina Alta con la que se hace el afamado vino de licor alicantino; y la Monastrell: presente hasta en un 75% de la producción vinícola de la zona.
Hablando de la variedad Monastrell es imposible no hacer mención de uno de los vinos más famosos, no solo de Alicante, si no del mundo entero: el Fondillón. Este “vino viejo de lujo” se elabora exclusivamente por la D.O. Alicante con uva Monastrell sobremadurada en la propia cepa y añejada durante, al menos, 10 años.
El resultado es un vino de muy alta graduación (18º), dulce y que encuentra acomodo entre los cinco vinos con nombre propio más eminentes del mundo: el Champagne, el Jerez, el Oporto y el Cava.
El Fondillón es un vino histórico. Su fama, ya en el siglo XV, era tan inmensa que se dice que desde el puerto de Alicante salían a diario cientos de barriles con destino a todas partes del mundo conocido. Y es más, la literatura se hizo eco de su especial importancia en novelas de escritores universales como Shakespeare, Julio Verne, Alejandro Dumas o Dostoievsky.
No obstante, su elaboración es tan compleja y costosa que son pocas las bodegas que aún continúan elaborándolo. Una de ellas, Bodegas Monóvar, fabrica uno de los más laureados, el Fondillón 50 años “Siempre te esperaré”.
La ruta del vino de Valencia
Valencia se caracteriza por la riqueza y variedad de sus diferentes zonas vitivinícolas: Alto Turia y Valentino en las comarcas de los Serranos y Camp de Túria, situadas en la parte noroeste de la provincia; la zona Moscatel en la parte más central; y los territoritos de Clariano y Terres dels Alforins en las comarcas de La Vall d´Albaida y La Costera.
Es importante destacar que la propia ciudad de Valencia ofrece numerosas experiencias relacionadas con el enoturismo. En este sentido, viejas bodegas medievales como El Celler, hoteles con encanto y una amplia oferta gastronómica hacen de la ciudad del Turia uno de los lugares más emblemáticos de la cultura vitivinícola a nivel nacional.
En cuanto a las diferentes zonas de producción. El enoturista puede encontrar zonas rurales con tradición bodeguera histórica como Clariano, en la Vall d´Albaida. Algunos de sus municipios, como es el caso de Bocairent, Ontinyent, Benissoda o Albaida, ofrecen el recorrido más tradicional y evocador del circuito turístico de la comarca.
Les Terres dels Aforins, por su parte, supone una visita a una tierra especial donde es posible sumergirse en la historia viva del vino valenciano. El yacimiento arqueológico de la Bastida de Les Alcusses es un poblado íbero del siglo IV a.C. donde aún se conservan vasijas y útiles para la elaboración del vino desde aquel entonces. Un viaje en el tiempo dentro de una tierra cubierta por la vid, el olivo y el cereal.
Por otra parte, la cuna del Moscatel de Valencia se encuentra en pueblos como Cheste, Godelleta, Chiva o Turís, donde el cultivo de este tipo de uva (el Moscatel de Alejandría o “vid antigua”) se remonta a griegos y egipcios.
Para finalizar, en el interior de la provincia se encuentran Valentino y el Alto Turia (Chelva, Titaguas o Alpuente); un territorio que ha sido declarado Reserva Natural de la Biosfera por la Unesco y Destino Starlight por la claridad de sus cielos. Los vinos que se producen en estas localidades se denominan vinos “de altura” porque proceden de variedades de uva Merseguera y Macabeo que se sitúan entre los 700 y 1.100 metros de altura.
La ruta del vino de Castellón
Rodeadas por el Arco Romano y comunicadas por la Vía Augusta se encuentran las poblaciones de Villafamés, Les Useres, Vall D’Alba, Benlloch y Cabanes. Lugares de fuerte carácter mediterráneo donde se encuentran algunas de las bodegas más famosas y premiadas de la provincia.
Viajando entre sus viñedos, el enoturista es testigo de la esencia que destilan la vida agrícola y las tradiciones de una tierra especialmente esmerada en lo culinario. Sus numerosos vinos de autor y el encanto de sus alojamientos turísticos la convierten en uno de los mayores reclamos de la Comunidad Valenciana. En Castellón se concentra más del 50% de la oferta de alojamiento rural de toda Comunitat, por eso se trata de una provincia especialmente importante dentro de su mapa turístico y cultural.
La ruta del vino de Castellón pretende potenciar los productos de la tierra y conservar su extenso patrimonio cultural e histórico. Las familias viticultoras castellonenses elaboran el vino con variedades autóctonas de Macabeo, Embolicaire y Monastrell, incorporando otras variedades para matizar la personalidad de sus Tempranillos, Cabernet Sauvignon, Merlots e incluso Syrahs.
La Ruta del Vino de Utiel-Requena
Por último, la meseta con raíces castellanas, pero enclavada dentro de la provincia de Valencia. Utiel-Requena es tan importante dentro de la producción vinícola y enoturística de España que posee de una denominación de origen propia.
Se trata de una tierra plagada de extensos parajes llenos de viñedos y bosques mediterráneos, con lugares destacados como El Parque Natural de las Hoces del Cabriel, la zona húmeda de Lavajos de Sinarcas, el Parque Natural de Chera, Las Salinas de Jaraguas, el Pantano de Contreras, el curso del Cabriel y las Sierras de Malacara, Martés, El Tejo y Negrete.
Otra de las características de esta zona vinera es que se encuentra a tan solo 67 km del Mediterráneo, lo que en otros tiempos la convirtió en un punto estratégico para la exportación de su propia producción vitivinícola.